miércoles, diciembre 08, 2010

La música que respeto* (de Eusebio Ruvalcaba)

Para César Rito Salinas

  1. La que me remueve los sentimientos más profundos. Aquella cuya audición me deja exhausto. Como luego de hacer el amor o escuchar a mi hijo toser sin detenerse. Por horas.
  2. La que me recuerda mi infancia, cuando mis padres me dormían con música de cámara; la que sin quererlo amanecía silbando.
  3. La que inequívocamente me hace llorar. Como si escuchara una plegaria o el Sermón de la montaña, o viera a mis hijos correr de la mano. O se me apareciera mi padre ya muerto.
  4. La que parece elevarse hasta el firmamento. Esa música que semeja un grito desesperado de libertad. Simplemente la alegría de crear por encima de preceptor y cometidos.
  5. La que me conmueve por mal tocada que esté o por vulgar que sea. Aquella que me obliga a llevarme el trago a la boca, acariciar a una mujer o declararle a un hombre mi cariño.
  6. Toda la de Mozart.
  7. Toda la de Bach, que conozco.
  8. Toda la de Brahms, casi toda la de Schumann y casi toda la de Schubert.
  9. La de Beethoven, sobre todo aquella que se yergue y destroza los cristales en torno.
  10. La que tocan Anne-Sophie Mutter, Linda Brava, Chantal Juillet, Akiko Suwanai, Ulrike-Anima Mathé, Leila Josefowicz, Midori y Elisa Lee Koljonen, y que escucho cuando me hartan los violinistas varones, que llega a pasar.
  11. La que no puede ponerse de fondo, ni en los elevadores o el súper.
  12. La que se baila en los antros más sórdidos.
  13. La que inventan los niños al piano o a la tina.
  14. La que hacen los zapatos de tacón.
  15. La que hacen las medias de las mujeres al caminar.
  16. La que hace el aparato de las tortillerías.
  17. La marcial.
  18. La del corazón que se escucha en el estetoscopio.
  19. La de los hielos.
  20. La inejecutable: esa que pone en rídiculo a los violinistas arrogantes.
  21. La del himno nacional, porque así me lo inculcó mi abuelo Eucario.
  22. La del saxofonista que toca tras la puerta de las cantinas.
  23. La que canta mi hijo de cuatro años.
  24. La que le llevaría a una mujer a su ventana.
  25. Toda la que no se toca en las fiestas de las quinceañeras.
  26. Toda la que no tocan los guitarristas domésticos en las fiestas domésticas.
  27. La que me cantaba mi madre.
  28. La de Cri-Crí.
  29. La Hammerklavier de Beethoven que le escuché a Angélica Morales en un cumpleaños de mi padre, cuando yo frisaría los once o doce años.
  30. La de los Beatles. 
____
* Tomado de Con los oídos abiertos. Aproximaciones al mundo de la música (2002). Paidós Amateurs.

martes, junio 01, 2010

Theft

Lansing D. McLoskey (Cambridge) "Theft", para piano y voz, interpretada por Guy Livingston
(para el proyecto "Don't Panic! 60 Seconds for Piano")


Theft

The funny thing about life is that it's temporary; that is to say, temporary in the intemporal sense of the word, meaning that all living things and all that we do are subject to the precepts and effects of time. If you live an average lifespan and escape such non-time-related hazards as fire, wolves, cancer, steep precipices, Mack trucks, and bolts of lightening you can count on somewhere in the vicinity of thirty-nine million minutes for you to use as you see fit according to your free will and constraints that may be imposed upon you by environmental, health, economic, and political boundaries. Though this may sound more than sufficient, consider that the first nine million are spent learning to simply function and trying to figure out what your priorities are. Thirteen million of them are spent sleeping and another five million or so eating to obtain the energy needed to deal with the little remaining time. Of course in order to buy all this food and protect yourself from the wolves and lightening you'll spend some nine million working by the sweat of your brow. Untold millions are spent enduring uninteresting conversations, watching bad TV shows and doing things that you don't like. You ever feel like someone just stole a minute of your life?


Robo

Lo curioso acerca de la vida es que es temporal; es decir, temporal en el sentido intemporal de la palabra, lo que quiere decir que todas las cosas vivas y todo lo que hacemos está sujeto a los preceptos y efectos del tiempo. Si usted  tiene una esperanza de vida promedio y logra escapar a peligros no relacionados con el tiempo como fuego, lobos, cáncer, precipicios escarpados, camiones Mack, y rayos, puede contar con algunos de los siguientes treinta y nueve millones de minutos que le quedan por usar como le plazcan de acuerdo a su voluntad y las imposiciones que quizá le imponga el medio ambiente, la salud, la economía y las barreras políticas. Aunque esto parezca más que suficiente, tiene que considerar que los primeros nueve millones de minutos serán gastados aprendiendo a simplificar funciones y tratando de identificar cuáles son sus prioridades. Trece millones de minutos serán usados en dormir y otros cinco millones en comer para obtener la energía que necesitará para lidiar con el resto del tiempo. Claro que para poder comprar toda esa comida y protegerse a usted mismo de lobos y rayos, tendrá que usar unos nueve millones de minutos trabajando con el sudor de su frente. Sin mencionar los millones de minutos usados en conversaciones aburridas, mirando malos programas de televisión y haciendo cosas que no le gustan. ¿Alguna vez ha sentido que alguien le robó un minuto de su vida?

viernes, mayo 21, 2010

Desde el otro lado* (por Julio Cortázar)

Michel Portal, Mozambic

Volver sobre cosas ya escritas puede parecer demasiado fácil, pero en mi caso al menos siempre me ha sido más fácil inventar que escribir. Ocurre sin embargo que ciertas repeticiones, que prefiero llamar recurrencias, se me dan con la misma evidencia que diariamente nos da a todos la inevitable salida del sol. Y si esta cotidiana maravilla no nos asombra puesto que conocemos la relojería general del cosmos, hay otras repeticiones perceptibles en un dominio que ninguna ciencia ha explicado todavía, repeticiones que pertenecen a esos intersticios de lo habitual donde leyes que no son las de la física o la lógica se cumplen de una manera casi siempre inesperada. Todo esto para decir que anoche entré una vez más en esa zona de arenas movedizas, y que trato ahora de contarlo para esos lectores a quienes también les pasan cosas así y no las desechan como meras coincidencias.
      Hace años que conozco a Michel Portal y que admiro su prodigiosa capacidad de instrumentista. Usted le alcanza cualquier variedad de saxo, flauta, clarinete, fagote, trombón, quena, clavecín y hasta el difícil y secreto bandoneón, y Michel lo vuelve música, y qué música. Así, para abreviar la biografía, lo mismo se lo encuentra como solista en un concierto de la llamada música clásica (Brahms y Schumann no tienen secretos para él) como mezclado en la compleja telaraña de una obra de Stockhausen; pero apenas le queda un poco de tiempo libre, Michel arma un cuarteto o un quinteto de jazz y ahí es la entrega y la creación en libertad, la invención de quien pasa de un instrumento a otro con la gracia de un gato jugando con ovillos de lana. Ocurre que somos amigos pero nos vemos apenas, andamos por órbitas tan diferentes, cuando lo busco está en Japón o viceversa, pero anoche descubrí que su grupo actuaba en una cave de París y me largué para escucharlo y por lo menos charlar dos minutos con Michel, es así como se vive en este siglo donde se ha perdido toda armonía entre el tiempo y nosotros, entre la infinita variedad que nos rodea y nuestra cada vez menor disponibilidad para abrazarla. Señalo de paso es parte de este todo incomprensible que quisiera por lo menos insinuar que la víspera yo había estado a punto de ir a escuchar a Michel y que circunstancias nimias me obligaron a dejarlo para la noche siguiente.
      Desde el fondo de la cave humosa y gótica y llena de pelos y barbas y de hermosas criaturas de todo sexo, escuché a Michel y a su quinteto. Él me reconoció mientras disponía sobre una mesa los cinco o seis instrumentos que utilizaría, y me hizo un gesto de saludo. Tocó tocaron admirablemente, improvisando casi una hora sobre temas que se iban abriendo y multiplicando como un follaje de árbol. El jazz no impide pensar (la improvisación tiene sus caídas inevitables y en esos huecos momentáneos uno se reencuentra y vuelve a su mundo mental); en algún momento me acordé de mi primer contacto con Michel en el festival de Avignon y de cómo en un café él me había hablado de mi relato "El perseguidor". Viniendo de un músico, y qué músico, su preferencia por ese cuento me había dado una de esas recompensas que justifican toda una vida, y mi manera de decírselo fue hablar largamente con él de Charlie Parker, el hombre Parker y no ya el personaje de mi relato. Su amor y el mío por la música de Bird nos hizo amigos para siempre.
      Yo había pensado en todo eso escuchando a Michel, aunque nada hubiera de Charlie Parker en lo que se tocaba esa noche, y después llegó el intervalo y Michel cruzó la sala para encontrarse conmigo. Siempre un poco perdido, un poco en otra cosa, sentí que ahora estaba más allá que nunca de lo que la gente llama normal. Nos abrazamos, le dije de mi felicidad al escuchar su música. "No, no", se defendió apretándome el hombre con una mano como si también yo estuviera a punto de convertirme en uno de sus instrumentos. "No, esta noche es otra cosa, verte ahí y de golpe, de golpe... " Nos mirábamos, yo esperaba sin saber qué. "Es increíble", dicho Michel, "que estés aquí esta noche, Julio. Vengo de tocar en otra parte, estuve tocando con un saxo que me prestaron, un saxo increíble de viejo y gastado, con iniciales de nácar y una boquilla casi inservible. Olía a incienso de iglesia, te das cuenta, tocar en él era... ". Su deslumbramiento y su angustia batallaron en un largo silencio, en sus ojos clavados en mí. "Adivina, Julio, adivina de quién era". No había nada que adivinar, la figura estaba cerrada, la maravilla cumplida. "El saxo del Bird", dije, y Michel que acaso había temido que en ese instante todo se viniera abajo, se apretó contra mí, feliz, como temblando. Supe que la viuda de Charlie Parker estaba en París, que ese saxo estaba desinado a un museo (hay uno muy simple y pobre y hermoso en Nueva York) y que las cosas habían girado y se habían ordenado para que esa tarde Michel pudiera tener entre las manos el saxo del Bird, acercar los labios a esa boquilla donde había nacido el prodigio de Out of Nowhere, de Lover Man, de tantos y tantos saltos a lo absoluto de la música, de eso que malamente yo había tratado de decir en "El perseguidor".
      Nadie, claro, se dio cuenta de lo que ocurría entre Michel y yo. Me quedé todavía un rato y me fui sin volver a verlo. Nos seguiremos encontrando aquí y allá, pero si no es así ya no importa. La figura se cerró anoche, eso que llaman azar juntó otra vez tanta baraja dispersa y nos dio nuestro instante perfecto fuera del tiempo idiota de la ciudad y las citas a término y la lógica bien educada. Ahora ya nada importa, realmente; anoche fuimos tres, anoche lo vimos junto a nosotros desde el otro lado.

(1979)

__________
Texto tomado de Papeles Inesperados, libro de textos inéditos de Julio Cortázar.

Charlie Parker, Out of nowhere

domingo, mayo 16, 2010

El Apagón (La Chicana)

La Chicana, "El Apagón" (canción de Acho Estol, compositor y guitarrista de La Chicana), canción incluida en el álbum "Un Giro Extraño"

El Apagón

Si supieras las cosas que encontré
hurgando en tu cajón de madrugada.
El cerebro me apuraba el corazón
pero no se me notaba.

Si leyeras las cosas que escribí
esa noche mientras vos te maquillabas.
Me atoraban las metáforas de amor
pero no las escupí.

Tu mirada es un lago de aceite en el mar
tu pelo un gemido del sol.
Te quejabas por el vento y yo siempre te escuché.
Pero no te lo mostraba, a mi no me importa nada,
yo me quedo en la vereda disfrutando el apagón.


Despegaste temprano aquella vez,
yo rodé para tu lado de la cama.
Le escribías una carta a un senador
y quemabas el café.

Tu mirada es un lago de aceite en el mar
tu pelo un gemido del sol.
En mi pecho hay un músculo divagador,
no creas que no es para vos.
Arrancáme del techo el dibujo del sol,
apagá los violines de Dios.
Que se vea el abismo que une a los dos,
que se sepa que es raro el amor.

http://c3.ac-images.myspacecdn.com/images01/106/l_7528434f62f61906b581b66676b87862.jpg

jueves, mayo 13, 2010

Oigo soñar al agua* (de Alberto Blanco)

I Hear the Water Dreaming (Toru Takemitsu), para flauta y orquesta, interpretada por Patrick Gallois y la BBC Symphony Orchestra, dir. Andrew Davis

a Toru Takemitsu

Estuve escuchando
como si no tuviera yo un oído
ese soplo vital que viene desde el ojo de agua

Me sumergí entonces en mi segundo cuerpo
hasta sentir el poder
en cada uno de mis huesos

El espíritu dejó de ser una imagen
para convertirse en un aliado
y el tiempo salió a darnos la buena nueva

Entonces comprendí que en verdad había oído 
al agua soñando en mi cabeza
Y supe que había luz
____________
*Blanco, Alberto (2005). Música de Cámara Instantánea. CONACULTA

http://www.letraslibres.com/blog/blogs/media/blogs/redaccion/takemitsu.gif

martes, abril 20, 2010

Zozobra de las Vibrazonas* (de Heriberto Yépez)

El resquebrajado recuerdo de un aleteo
La pura imagen mental de su actividad pretérita
Es la salvación de la libélula.

La luna sin su brillo: piedra difunta, rictus que circula.

Una campana imaginada (a veces) basta.

Para que la piel murmure su desmoronamiento.

Una muralla se ablanda por una sombra.

La fantasía de un combate vivo
es el último eco
en el cráneo roto
del guerrero muerto.

(Somos) La petrificación de un canto.

Partitura endurecida.

La piedra rechaza toda brujería.


[Su fijadura prohíbe] )(sensaciones ondulantes)(

Ella T,O,D,A, es pensamiento. Dura.

La sílaba ya sólida
                           se pasita
hasta tomar la forma
                               de una última letr
                                                        a.

El helecho deviene esqueleto.

Posdata:

Es así como la música reverbera

De uno a otro:

Diapasiones.


___________
*Publicado en la revista Pauta No. 112, Octubre - Diciembre de 2009

György Ligeti, Continuum para clavecín, interpretada por Elisabeth Cojnacka

sábado, marzo 13, 2010

El Piano... Silencio

http://1.bp.blogspot.com/_2JtQCAMfXSE/R6g_TYSpgWI/AAAAAAAAA0Q/zNg0Mkpo5HI/s320/Folder.jpg

Silence 
(Thomas Hood, 1798-1845)

THERE is a silence where hath been no sound,
There is a silence where no sound may be,
         In the cold grave--under the deep, deep sea,
Or in wide desert where no life is found,
Which hath been mute, and still must sleep profound;
         No voice is hush'd--no life treads silently,
         But clouds and cloudy shadows wander free,
That never spoke, over the idle ground:
But in green ruins, in the desolate walls
         Of antique palaces, where Man hath been,
Though the dun fox or wild hyaena calls,
         And owls, that flit continually between,
Shriek to the echo, and the low winds moan--
There the true Silence is, self-conscious and alone.
 _____

* La parte sombreada del poema, es la frase que al final de la película se le escucha decir a Ada (protagonista del film El Piano), con la bella música de Michael Nyman como fondo.

Ada se describe a ella misma en el fondo del océano, junto a su piano en total silencio, donde el sonido nunca ha existido, donde el sonido no puede ser, en la tumba fría del mar.

Una escena poética, tanto por los detalles de la fotografía, la voz de la protagonista enunciando el poema de Hood y la música de Nyman.

Más que en cualquier otra película, en esta, la música tiene un rol protagónico esencial

jueves, marzo 11, 2010

Jesusa Rodríguez y Liliana Felipe se casan

Liliana Felipe interpreta "Tienes que decidir"

Me acabo de enterar que Jesusa Rodríguez y Liliana Felipe, por fin, han consumado su matrimonio. Me alegro, no tanto por ellas (aunque qué chingón), sino por el movimiento que han representado y el que tanto tiempo y esfuerzo le ha costado a muchos activistas (y a muchos #bugaprogay, como yo).

Yo sé que a ellas el acto de casarse ni les va ni les viene, ellas no necesitan un papelito para estar juntas, trabajar juntas y hasta quererse. ¿Después de como 30 años de ser pareja no hasta parece un estorbo eso del matrimonio? Yo sólo opino y juzgo de acuerdo a lo que he escuchado en sus declaraciones.

Además de ellas, otras 4 parejas, han logrado casarse por el nuevo estatuto civil que hace poco entró en vigor en el Distrito Federal, el de los matrimonios del mismo sexo (#matrimoniosgay o #matrimoniodf).

Aún queda mucho por hacer, por ejemplo, que en el IMSS se modifique la ley para que estas parejas tengan las mismas prerrogativas que un matrimonio heterosexual; también hay que tomar en cuenta las disposiciones que salgan del recurso de inconstitucionalidad promovido por la PGR; y bueno, las que vayan saliendo.

Ustedes se preguntarán, qué hace este comentario en un blog de música. Si usted es un lector ducho (como sé que lo es), sabrá que Liliana Felipe y Jesusa Rodríguez, además de activistas, son excelentes artistas. A Liliana Felipe la tengo en especial estima porque es una magnífica cantante, pianista y compositora.

Hace poco tiempo las vi en "Diálogos entre Darwin y Dios", obra teatral de tipo monólogo, el cual conjuga las excelentes caracterizaciones de Jesusa, y la genialidad musical de Liliana; yo me atacaba de la risa, así como todo el auditorio.

Se dice que Jesusa, al subir al carro de boda (una esplendorosa bicitaxi) gritó: ¡Viva la Igualdad!

Y sí, hoy estamos contentos porque somos más iguales que antes, ¿que iguales a quién?... eso sí quién sabe, pero ya es hora de que todo esto se vaya extendiendo en nuestro país, así como todas las leyes que aún marginan, discriminan y degradan a grupos de la población, por muy pequeños que estos sean.





Photo by Pajaropolitico

lunes, marzo 08, 2010

Celia Inside (The Cardigans)

Esta canción en especial (no sé la razón) me revitaliza un poco cada vez que la escucho. La línea "so you should give them just what they need water and poetry" (así que deberías darles justo lo que necesitan agua y poesía), me parece tan cierta e ideal, tan simple y encantadora como la voz de Nina Persson.

En general me gusta The Cardigans, y no me cuesta trabajo aceptarlo; creo que la música de esta banda sueca es mucho más que lo poco que han presentado de ellos MTV o VH1. Incluso muchos consideran que son un One Hit Wonder.

Esta vez sólo me guiaré por el placer que me causa su música, y omitiré cualquier tipo de análisis.

Pues bien, gócenla:

The Cardigans, Celia Inside (en vivo)

you don't want the sun to shine in
so you turn the curtains down
your eyes still don't show me a thing
and you don't feel it's sunny outside

you don't want no joy for a while
but you stay up late at night
it hurts you that she's still alive
so you'll raise flowerbeds inside

but she, she will not get bothered at all
she's just watching the water at fall
so you should give them just what they need
water and poetry
cause she will not bother at all
she's just watching the water at fall
you should give them just what they need
cause she will not bother at all
but you won't say you're not adored
by her beauty... Celia inside

you don't want to feel her at all
but who's that fellowman of hers
with who, your dear Celia moved
and they'll sleep happily inside

... but you won't say you're not adored
by her beauty
and her purity
and her lovely.... Celia inside

sábado, febrero 27, 2010

Chopin y Liszt*

[en el bicentenario de Chopin]

Chopin tenía gran facilidad para hacer imitaciones tan fieles al original que, entre sus anécdotas, se cuenta que, un día, copió a Liszt en su manera de vestir, hablar y tocar, con tal exactitud que un ingenuo admirador de provincias que asistía a la representación, al encontrarse unos días después con el auténtico Franz Liszt, le dijo indignado: «¡Ah! ¡No, Chopin, esta vez no me engañará usted!»

[...]

En esa jungla de intereses y envidias que es cualquier profesión, Chopin y Liszt se llevan por entonces de forma ejemplar con mutuo respeto hacia sus respectivas habilidades. Así nace la bonita anécdota que ningún director de cine ha dejado de utilizar al filmar sus biografías.

Era una noche de mayo y los invitados estaban reunidos en el salón de la casa. Liszt tocaba un Nocturno de Chopin, pero, siendo él mismo compositor, no se limitaba a interpretarlo tal y como estaba escrito. Así intercalaba variaciones de todas clases, saliendo y entrando a su capricho de la partitura. Todos estaban admirados de su habilidad... menos Chopin que no podía ocultar su nerviosismo al ver tratar su obra con tanta libertad. Por fin se acercó al piano y dijo:
—Querido amigo, si me haces el honor de tocar algo mío, toca lo que está escrito; sólo Chopin puede corregir Chopin.
Liszt se levantó, un poco molesto.
—De acuerdo. Tócalo tú, entonces.
—Con mucho gusto.

Cuando Chopin se sentaba, una mariposa se acercó al quinqué y se quemó en la llama, apagándolo. Alguien quiso reavivar la llama, pero el músico se opuso.

—Al contrario. Apagad también todas las velas. Me basta la luz de la luna. Debió ser el sueño de todos los melómanos del mundo. Chopin tocando sus obras durante una hora iluminado únicamente por los rayos que entraban por la ventana. Cuando terminó, los presentes se levantaron entusiasmados; el primero fue Liszt, que le dijo, abrazándole:
  —Querido amigo, tenías razón..., las obras de un genio como tú son sagradas, y quien se atreva a corregirlas comete una profanación. Chopin le tranquilizó, Liszt, dijo, era capaz de tocar temas de cualquiera, ya fuere Weber o Beethoven, como nadie, y volvieron a abrazarse entre los aplausos del público. La anécdota corrió por todos los salones de París, y Chopin la repetía con la satisfacción de quien ha ganado una partida difícil. Días después, en el mismo salón donde había ocurrido la pugna anterior, rogó a su amigo que se sentara al piano mientras ordenaba a un criado que apagase todas las luces para que el ambiente fuese más íntimo; esa vez sin siquiera la luz de la luna. Ya a oscuras la sala, y cuando Chopin iba a empezar, Liszt le dijo al oído que le dejara la banqueta; el otro, imaginando que se trataba de una broma, se deslizó silenciosamente hasta la butaca vecina. Entonces Liszt procedió a interpretar todas las composiciones que Chopin había tocado en la velada famosa, y lo hizo con tal pureza que los emocionados asistentes creían que el polaco repetía su concierto anterior. De pronto, se detuvo, prendió una cerilla y encendió las velas que había encima del piano.  Asombro en la sala. ¡Creíamos que era Chopin!, a lo que el bromista contestó, saludando: «Como veis, Liszt puede ser Chopin cuando quiera, pero Chopin, ¿podría ser Liszt?» Nunca se supo, porque Chopin, tal vez por temor, quizá por orgullo, no aceptó el desafío, con lo que la pugna quedó en tablas.
____________
* Texto tomado del libro George Sand y Frédéric Chopin. Parejas que hicieron historia (1999), de Fernando Díaz-Plaja, Plaza & Janés
En el sitio del diario La Nación se puede encontrar otra versión del mismo relato
http://www.tampicocultural.com.mx/artman/uploads/chopin-liszt.jpg


viernes, febrero 12, 2010

De cronopios melómanos

http://www.otraparte.org/actividades/literatura/img-literatura/cortazar-jazz-2.jpg

[Hoy hace 26 años falleció Julio Cortázar]

Si hay un escritor dedicado a su arte tanto como a la música ese quizá es Cortázar. En efecto su talento narrativo trascendió sus habilidades musicales. Como se sabrá fue un trompetista amateur y un melómano como pocos. Algunas anécdotas señalan que Cortázar además tocó el clarinete y el piano.

En textos como El Perseguidor o en la monumental Rayuela, nos demuestra su enorme sapiencia musical, así como su gusto refinado por el jazz.

Sin embargo, sus conocimientos y gustos musicales no sólo se quedan estancados en el jazz. Cortázar era un genuino conocedor del arte musical, y no sólo del entorno academista clásico, también del contemporáneo. Esto último puede corroborarse con la enorme cantidad de datos musicales que abundan en Rayuela y en otros tantos textos compilados en La Vuelta al Día en Ochenta Mundos.

Para no ir muy lejos, esta vez quisiera señalar un texto que me ha llamado mucho la atención. Se trata del cuento inédito (publicado ahora en Papeles Inesperados) titulado Manuscrito hallado junto a una mano, en el cual Cortázar nos muestra al gran narrador que fue, pero también al gran melómano.

La estructura del cuento está explicada en el mismo título. La historia contada es un manuscrito que (hipotéticamente) es hallado junto a la mano del escritor y nosotros somos los descubridores de ese texto. Desde ahí empieza la complejidad narrativa de Cortázar, la cual nos recuerda a otro cuento célebre, Continuidad de los parques.

Otro aspecto que es de llamar la atención es la enorme cantidad de referencias musicales, en especial a violinistas de alto calibre. Los violinistas que conforman el cuento son, quizá, algunos de los más grandes de todos los tiempos:

Nathan Milstein
Ruggiero Ricci
Isaac Stern
Arthur Grumiaux
Zino Francescatti
Yehudi Menuhin
Ricardo Odnoposoff
Christian Ferras
Ivry Gitlis
Jascha Heifetz
Leonid Kogan
David Oistrakh

Narrarles el cuento y la relación de los violinistas antes mencionados con los hechos de la historia, sería arruinarles toda la sorpresa. En 6 páginas, Cortázar hace gala de su gran capacidad de unificar hechos ficticios con eventos y personajes reales, y luego arrancarnos una sonrisa, el mismo placer que quizá él haya sentido al escuchar a este grupo de violinistas reunidos, con la brevedad, la ironía y el virtuosismo de un Capricho de Paganini.

Nathan Milstein interpreta "Paganiniana"