[Ver también Kundera sobre Schoenberg]
Ya en 1930 [Schoenberg] escribía: «La radio es un enemigo, un despiadado enemigo que avanza irresistiblemente y contra la que toda resistencia es vana»; la radio, «sin sentido alguno de la medida, nos atiborra de música (...), sin preguntarse si queremos escucharla, si tenemos la posibilidad de percibirla», de tal manera que la música pasa a ser un simple ruido, un ruido entre otros ruidos.
La radio fue el pequeño arroyo en el que todo empezó. Llegaron después otros medios técnicos para reproducir, multiplicar, aumentar el sonido, y el arroyo se convirtió en un inmenso río. Si antaño se escuchaba música por amor a la música, hoy aúlla constantemente por todas partes «sin preguntarse si queremos escucharla», aúlla por altavoces en los coches, en los restaurantes, en los ascensores, en las calles, en las salas de espera, en los gimnasios, en las orejas taponeadas por los walkman; música reescrita, reinstrumentada, acortada, desgajada, fragmentos de rock, de jazz, de ópera, flujo en que todo se entremezcla sin que se sepa quién es el compositor (la música convertida en ruido es anónima), sin que se distinga el principio del fin (la música convertida en ruido no sabe de formas): el agua sucia de la música en la que muere la música.
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Kundera, M. (2005). La Ignorancia. Maxi Tusquets. Fragmentos tomados de las páginas 147 y 148.
... y es que los sonidos son promiscuos, pues fornican con todos los oídos.
Sonidos promiscuos
3 comentarios:
Luis
recién leí ese libro (hace unos meses). Muy interesante el reencuentro con la Patria abandonada y triste porque ya no se siente parte ella.
Jajá pues promiscuos seremos, je.
Saludos
Marichuy...
Tienes toda la razón. Precisamente Kundera usa el caso Schoenberg como una especie de símil para con los personajes de la novela, aunque con ciertas diferencias.
Me gusta con dice el origen etimológico de la palabra «nostalgia»; como si fuera un resumen de todo el libro, un libro de la nostalgia, un libro que todo ser errante en el exilio debería leer.
Interesante también porque recuerdo haber leído una entrevista de Benedetti donde narra precisamente ese sentimiento de extrañeza al regresar a la patria después del exilio; no sé, creo que sólo se puede saber realmente lo que se siente al experimentarlo.
Saludos
Me muero!!! Yo amo a Kundera... tengo que releerle muchas cosas, porque ya hace unos ayeres que lo dí por sentado... y ahora la gente me recuerda ecos importantes de una voz que ya no reconozco.
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