La danza de las teclas es el velo de aquel paisaje gris que se adivina detrás de la ventana que ilumina al pianista y al piano frente al cielo
En otro piano despertó el anhelo que hoy ya toca a su fin cuando declina la tarde donde el sol se difumina como un paisaje impresionista al vuelo
París de cielo gris y piedra gris, de nubes blancas y de bocas rojas como un lugar común que para mí Ha dejado de ser sólo un Matisse, sólo un Utrillo más donde las hojas secas recuerdan siempre a Debussy. _____________________________ *Blanco, A. (2005). Música de cámara instantánea. CONACULTA
Arturo Benedetti Michelangeli (1920-1995) interpreta Reflets dans l'eau de Claude Debussy
Bois même, prouve, hélas! que bien seul je m'offrais
Pour triomphe la faute idéale de roses.
"L'après-midi d'un faune", Stéphane Mallarmé
Debussy fue sin dudas el compositor más importante de su generación, y uno de los más innovadores en el periodo que comprende el fin del siglo XIX y principios del siglo XX.
Sus parámetros compositivos no sólo se ajustaron perfectamente a la época del Impresionismo y el Post-impresionismo pictórico, además del movimiento Simbolista en la literatura, sino que fueron una renovación total en el sistema de composición. La paleta de colores que añadió fue un respiro para ese exceso de dramatismo que pregonaba la escuela alemana abanderada por Wagner y Strauss.
Como buen Impresionista, a Debussy le gustaba la poesía de sus contemporáneos, y entre estos su favorito era Mallarmé. Cuando este notable poeta escribió L'après-midi d'un faune (La siesta de un fauno), en 1876, Debussy se sintió tan extasiado e inspirado, que decidió musicalizar ese sentimiento. Fue así que varios años después, en 1892, compuso una de sus obras más celebradas, el Prélude à l'après-midi d'une faune; obra que cautivó a muchos, e incluso al mismo Mallarmé, quien le escribió:
¡No esperaba nada semejante! Esta música prolonga la emoción de mi poema y describe la escena más vividamente que el color... Su ilustración de La siesta de un fauno no presenta ninguna disonancia con mi texto, excepto para ir más allá, y penetrar la nostalgia y la luz, con finura, con desazón, con riqueza.
La pieza en sí no es programática, sino una adaptación muy libre del sentimiento que invadió a Debussy al leer este poema. De hecho el mismo Debussy escribió en el programa del estreno de la obra lo siguiente:
La música de este Preludio constituye una ilustración muy libre del hermoso poema de Mallarmé. De ningún modo pretende ser una síntesis de este último. Se trata más bien de las escenas sucesivas a través de las cuales pasan los deseos y los sueños del fauno en el calor de su siesta. Luego, cansado de perseguir el tímido vuelo de las ninfas y de las náyades, sucumbe a un sueño embriagador, en el que por último puede realizar sus sueños de posesión en la naturaleza universal.
Profundo, ¿no es así?
Mejo escúchenlo, y de manos de una de las mejores batutas de la historia, Leopold Stokowkski (el mismo que alguna vez dirigió a Rachmaninov en los años 30), quien dirigió esta magnífica obra en 1972.
Sesenta segundos después un rayo azotó las compuertas derribadas
la ciudad del sueño clamó el despertar en el claro de los ojos
tengo miedo a que preguntes por el fragmento de mi alma
qué tal si sólo se ha demorado en salir de la tapa
a un segundo del último teclazo
se levanta y rechina las cuerdas silenciadas
Guy Livingston es un pianista bastante polifacético que hace algún tiempo se le ocurrió la idea de hacer un álbum en el que incluyera piezas para piano solo que duraran en promedio 60 segundos. Naturalmente el número de piezas incluidas en el disco también sería de 60 (para promediar una hora en total); y para que el asunto fuera aun más ecléctico e innovador, pidió a 60 compositores diferentes, de 60 ciudades distintas alrededor del mundo, componer una pieza de dicha duración para este proyecto en particular.
El resultado es sencillamente fascinante, un deleite para los amantes del piano, pero también para los interesados en la música contemporánea.
Tengo que reconocer que casi no conocía a ninguno de los compositores que participaron en el proyecto, pero al parecer fueron muy bien seleccionados, pues todas las piezas ofrecen un abanico de posibilidades en el piano impresionantes. Algunas piezas están compuestas con técnicas de composición contemporáneas como el serialismo, otras se van al estilo romántico, al minimalista, algunos emplean los recursos extendidos del piano (como accionar directamente las cuerdas con las manos), e incluso la utilización de la voz y los recursos electroacústicos, por lo que recomiendo bastante el disco.
La guitarra en llamas y sin cuerdas de Frank Zappa.
El arpa con cuerdas de alambre de púas de Harpo Marx.
Como dijo Debussy: "Las reglas no hacen una obra de arte".
O como dijo Edgar Varèse: "La falta
de respeto
por el orden
establecido
es la base de
toda obra
creadora".
*Música de Cámara Instantánea (2005). CONACULTA: México.
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Como verán, Varèse era todo un cronopio, un sujeto tan poco convencional como los otros músicos citados por Alberto Blanco en su poema. En la siguiente cita del musicólogo Harold C. Schonberg, es posible advertir la forma en que componía Varèse; sin embargo, como siempre, recomiendo echarle una oreja (muy atenta) a su obra.
«Me perseguía una obsesión: un instrumento nuevo que liberase a la música del sistema temperado», dijo cierta vez [Edgar Varèse]. Buscaba instrumentos nuevos que originasen sonidos nuevos, y de un mundo extraño comenzó a componer música electrónica mucho antes de que hubiese nada parecido a ella. Estaba muy interesado en el ritmo y el timbre —mucho más que en la armonía tradicional— y perseguía el “sonido puro como sustancia viva”. Con el fin de hallar el instrumento de sus sueños trabajó con el inventor ruso Leon Theremin, quien creó un instrumento electrónico llamado theremin, y también con los Bell Telephone Laboratories.
Harold C. Schonberg
Octandre, interpretado por el Gropius Ensemble
Toda la obra de Edgar Varèse se encuentra reunida en un álbum de 2 CD's (no fue muy prolífico) del sello DECCA, interpretado por la Royal Concertgebouw Orchestra, ASKO Ensemble y dirigido por Riccardo Chailly. Es bastante recomendable este álbum que pueden descargar en el blog Música del siglo XX, el resto es ruido.