Mostrando las entradas con la etiqueta Eusebio Ruvalcaba. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Eusebio Ruvalcaba. Mostrar todas las entradas

miércoles, diciembre 08, 2010

La música que respeto* (de Eusebio Ruvalcaba)

Para César Rito Salinas

  1. La que me remueve los sentimientos más profundos. Aquella cuya audición me deja exhausto. Como luego de hacer el amor o escuchar a mi hijo toser sin detenerse. Por horas.
  2. La que me recuerda mi infancia, cuando mis padres me dormían con música de cámara; la que sin quererlo amanecía silbando.
  3. La que inequívocamente me hace llorar. Como si escuchara una plegaria o el Sermón de la montaña, o viera a mis hijos correr de la mano. O se me apareciera mi padre ya muerto.
  4. La que parece elevarse hasta el firmamento. Esa música que semeja un grito desesperado de libertad. Simplemente la alegría de crear por encima de preceptor y cometidos.
  5. La que me conmueve por mal tocada que esté o por vulgar que sea. Aquella que me obliga a llevarme el trago a la boca, acariciar a una mujer o declararle a un hombre mi cariño.
  6. Toda la de Mozart.
  7. Toda la de Bach, que conozco.
  8. Toda la de Brahms, casi toda la de Schumann y casi toda la de Schubert.
  9. La de Beethoven, sobre todo aquella que se yergue y destroza los cristales en torno.
  10. La que tocan Anne-Sophie Mutter, Linda Brava, Chantal Juillet, Akiko Suwanai, Ulrike-Anima Mathé, Leila Josefowicz, Midori y Elisa Lee Koljonen, y que escucho cuando me hartan los violinistas varones, que llega a pasar.
  11. La que no puede ponerse de fondo, ni en los elevadores o el súper.
  12. La que se baila en los antros más sórdidos.
  13. La que inventan los niños al piano o a la tina.
  14. La que hacen los zapatos de tacón.
  15. La que hacen las medias de las mujeres al caminar.
  16. La que hace el aparato de las tortillerías.
  17. La marcial.
  18. La del corazón que se escucha en el estetoscopio.
  19. La de los hielos.
  20. La inejecutable: esa que pone en rídiculo a los violinistas arrogantes.
  21. La del himno nacional, porque así me lo inculcó mi abuelo Eucario.
  22. La del saxofonista que toca tras la puerta de las cantinas.
  23. La que canta mi hijo de cuatro años.
  24. La que le llevaría a una mujer a su ventana.
  25. Toda la que no se toca en las fiestas de las quinceañeras.
  26. Toda la que no tocan los guitarristas domésticos en las fiestas domésticas.
  27. La que me cantaba mi madre.
  28. La de Cri-Crí.
  29. La Hammerklavier de Beethoven que le escuché a Angélica Morales en un cumpleaños de mi padre, cuando yo frisaría los once o doce años.
  30. La de los Beatles. 
____
* Tomado de Con los oídos abiertos. Aproximaciones al mundo de la música (2002). Paidós Amateurs.

miércoles, diciembre 23, 2009

Doce razones por las que no escucho ópera (de Eusebio Ruvalcaba)

Como cada diciembre, un gordo llega y nos colma de regalos, ¿no es así?... bueno, no; pero yo sí les dejo un regalito que descubrí en un libro de Eusebio Ruvalcaba, genial escritor, ensayista, poeta, pero sobre todo, melómano; ya que además fue hijo de músicos, su padre fue el gran violinista (primer violín del Cuarteto Léner), Higinio Ruvalcaba.

El siguiente texto lo añado textual porque me parece muy entretenido e informativo, además porque me sentí extrañamente aludido e identificado en él. Dice así:

Doce razones por las que no escucho ópera*

Para Aída Aguilar


1. Por ignorante.
2. Porque cuando le preguntaron a Brahms la razón por la que no había compuesto ópera, respondió sin más: «Hay dos cosas que nunca haré: casarme y componer una ópera». Como mero escucha, yo me sumo a las preferencias brahmsianas, aunque demasiado tarde en cuanto al matrimonio.
3. Porque no creo nada de lo que está pasando en el escenario.
4. Por que no tengo paciencia para escuchar una historia que avanza a pasos de tortuga.
5. Porque musicalmente la ópera nunca me dará lo que me da la música de cámara: la intimidad, el recogimiento y el alborozo individual, ni tendrá jamás esa inmutable capacidad de permitirme mirar hacia dentro de mí, gozar la música en el sentido más profundo, reconciliarme con la vida y agradecer el hecho de estar vivo. Algo que solamente leyendo El sermón en la montaña es posible obtener, en mi caso.
6. Porque el mundillo de la ópera inequívocamente me remite al taurino.
7. Porque, por regla general, las sopranos son incapaces de sentarse a escuchar respetuosamente un cuarteto de cuerdas -bueno, ni siquiera irrespetuosamente.
8. Porque la voz la prefiero un millón de veces a través del género lied o bien de la música sacra, géneros antitéticos de la ópera.
9. Porque las oberturas me parecen tan increíblemente bellas, digamos perlas en las que está concentrado todo el arte de la música; creo que las oberturas son la mejor puerta de entrada a la música. Las oberturas me dan todo. Su unidad es perfecta, principian y terminan de un modo expedito, nada en ellas sobra o falta. Por lo que me pregunto: ¿cómo voy a ser capaz de ponerme a escuchar una ópera, que musicalmente constituye lo opuesto de la obertura? En otras palabras, ¿cómo podría pasar de un poema a una telenovela sin alterar mi sistema nervioso, terminar psicotizado, salir a la calle y asesinar a una piadosa ancianita?
10. Porque los atrilistas de una orquesta sinfónica no tienen nada que ver con el divismo de los cantantes; antes bien, los tenores y sopranos que se dignan dirigirles la palabra a los músicos del foso se cuentan con los dedos de la mano. Desde luego, esto no tiene nada que ver conmigo, porque ni soy músico ni toco en una sinfónica, pero lo saco a colación nomás por no dejar.
11. Porque solamente se puede gustar de un género como la ópera -o como cualquier género- cuando se lo mama desde niño, desde el vientre materno, y en mi casa nunca se escuchó más que música de cámara.
12. Porque prefiero vivir con esa laguna en mi cultura. Después de todo, no deja de ser excitante saber que hay una puerta cuyo umbral uno nunca se atreverá a cruzar.

___
* Tomado de Con los oídos abiertos. Aproximaciones al mundo de la música (2002). Paidós Amateurs.


Eusebio Ruvalcaba

Este post no es para desdeñar a la ópera, yo mismo he intentado escuchar diversas óperas y, en ocasiones, lo he logrado. He visto al menos media docena de óperas en formato DVD, y quizá dos o tres no me han conducido al reino de Morfeo.

También existen algunas óperas contemporáneas cuyo trama es mucho más interesante que aquellas óperas decimonónicas. 

Quizá es por eso que la mayoría de los cantantes y productores de ópera, programen más conciertos con las Arias aclamadas y concidas, que esas costosas producciones a las que sólo asiste gente con muchos recursos, pero con pocas covicciones con respecto al arte y la música.