[fragmento de La Ignorancia]
En 1921 Arnold Schönberg proclama que, gracias a él, la música alemana seguirá siendo dueña del mundo durante los próximos cien años. Quince años después se ve obligado a abandonar Alemania. Después de la guerra, ya en Estados Unidos y cubierto de honores, sigue convencido de que la gloria jamás abandonará su obra. Reprocha a Igor Stravinsky pensar demasiado en sus contemporáneos y descuidar el dictamen del porvenir. Considera a la posteridad su aliado más seguro. En una carta mordaz dirigida a Thomas Mann ¡apela a la época en la que «después de doscientos o trescientos años» al fin se sabrá cuál de los dos, Mann o él, era el más grande! Murió en 1951. En los decenios siguientes su obra fue celebrada como la más grande del siglo, venerada por los más brillantes compositores jóvenes que se declaraban sus discípulos; pero, más adelante, se aleja tanto de las salas de conciertos como de la memoria. ¿Quién sigue interpretándolo hacia finales de este siglo? ¿Quién lo cita? No, no quiera burlarme tontamente de su prepotencia y decir que se sobrestimaba. ¡Mil veces no! Schönberg no se sobrestimaba. Sobrestimaba el porvenir.
Milan Kundera, La Ignorancia, págs. 146-147
Schoenberg: Concierto para piano Op. 42,
interpretado por Mitsuko Uchida
Clave de Luna
a Arnold Schoenberg
Y
en
una
sola
noche
pude
ver
lo
que
en otras
vidas me habría
llevado siglos, milenios,
eones: que no estamos separados,
que somos un solo ser, somos un solo cuerpo,
un inmenso océano en el cual miríadas de olas se levantan
hasta alcanzar su cima y hunden de nuevo...
agua en el agua y forma en la forma
que lentamente se disuelve...
creación en la creación,
sonido en el sonido
alma en el alma,
sal en la sal,
retorno
de la
luz
clara
de la luna.
Transfiguración.
Alberto Blanco, Música de Cámara Instantánea
5 comentarios:
Luis
Curiosamente acabo de leer el libro de Milan Kundera (en los días del escándalo por su supuesta actuación como delator en tiempos del comunismo allá en la antigua Checoslovaquia). Y lo que más llamó mi atención, fue el paralelismo que establece entre la raíz significante de la "ignorancia" y el de la saudale de los portugueses.
Saludos
no es Psaudade es Litost, por cierto y sólo se deja sentir en las latitudes "checas"... en fin, ah!, pero en "Lost in traslation" existe Litost entre los protagonistas, no es tristeza, melancolía, nostalgia ni mucho menos depresión es una soledad con otros aromas...
Y en "El libro de la risa y el olvido", Kundera tiene la inteligencia de equiparar las composiciones de Beethoven con la música celestial pero es muy parecida a la cita que tú haces de Blanco con Schönberg...
me gustan las relaciones que haces tú también...
Como sea que se llame, es esa soledad intraducible, que nos rebasa y una vez que somos presa de ella, ¿qué hacer?
Nunca he leído El libro de la risa y el olvido, pero espero hacerlo en alguna ocasión; en donde Kundera también hace una especie de análisis musicológico (siempre lo hace) es en La insoportable levedad del ser, con el último cuarteto de cuerdas de Beethoven, el Op. 135 No. 16, en cuya partitura (en el cuarto movimiento) se puede leer: Muß es sein? (Grave)... y la respuesta Es muß sein (Allegro). Me pareció muy interesante ese acercamiento de Tomás tan íntimo a una de las obras más conmovedoras de Beethoven.
Saludos
de verdad alguien cae en la trampa del spam de los blogs? será que debo poner clave?
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